Tema # 43 - Diversos tipos de Yoes Lujuriosos



Libro: EL MATRIMONIO PERFECTO.- Autor: V.M. SAMAEL.- Capítulo: SEXUALIDAD NORMAL


No sólo se fornica físicamente; existe también fornicación en los mundos mental y astral. Aquellos que se ocupan en conversaciones de tipo lujurioso; aquellos que leen revistas pornográficas; aquellos que asisten a salones de cine donde exhiben películas eróticas pasionales, gastan enormes reservas de energía sexual. Esas pobres gentes utilizan el material más fino y delicado del sexo, gastándolo miserablemente en la satisfacción de sus brutales pasiones mentales.

La fantasía sexual produce impotencia de tipo psico-sexual. Esa clase de enfermos tiene erecciones normales, son hombres aparentemente normales, pero en el instante en que van a efectuar la conexión del miembro y la vulva, la erección cede cayendo el falo, y quedando en el más horrible estado de desesperación. Ellos han vivido en la fantasía sexual y cuando realmente se hallan ante la cruda realidad sexual que nada tiene que ver con la fantasía, entonces se confunden y no son capaces de responder a la realidad como es debido.


El sentido sexual es formidablemente sutil y tremendamente rápido, gracias a su energía finísima e imponderable. El nivel molecular donde actúa el sentido sexual, es millones de veces más rápido que las ondas del pensamiento. La mente lógica y la fantasía son piedras de tropiezo para el sentido sexual. Cuando la mente lógica con todos sus razonamientos, o cuando la fantasía sexual con todas sus ilusiones eróticas quieren controlar el sentido sexual o encauzarlo dentro de sus ilusiones, entonces es destruido fatalmente. La mente lógica y la fantasía sexual destruyen el sentido sexual cuando intentan ponerlo a su servicio. La impotencia psico-sexual es la tragedia más espantosa que puede afligir a los hombres y a las mujeres fanáticas o a las gentes de tipo puramente razonativo.

La lucha de muchos monjes, monjas, anacoretas, pseudo-yoguines, etc., etc., para embotellar el sexo entre su fanatismo religioso, para recluirlo en la cárcel de sus penitencias, para amordazarlo y esterilizarlo, para prohibirle toda manifestación creadora, etc., etc., convierte al fanático en un esclavo de sus propias pasiones, en un esclavo del sexo incapaz de pensar en otra cosa que no sea el sexo. Esos son los fanáticos del sexo. Los degenerados de la infrasexualidad. Estas gentes se descargan todas las noches con poluciones nocturnas asqueantes, o contraen vicios homosexuales o se masturban miserablemente. Querer recluir el sexo es tanto como querer embotellar el sol. Un hombre así es el esclavo más abyecto del sexo, y sin provecho alguno ni placer verdadero. Un hombre así es un infeliz pecador. Una mujer así es una mula estéril, una esclava vil de aquel a quien quiere esclavizar, (el sexo). Los enemigos del Espíritu Santo son gentes del abismo. A esa gente más le valiera no haber nacido, o colgarse una piedra al cuello y arrojarse al fondo del mar.

El ser humano debe aprender a vivir sexualmente. Ya viene la edad del sexo, la edad de la Nueva Era Acuaria. Las glándulas sexuales están controladas por el planeta Urano, y éste es el regente de la constelación de Acuario. Así pues, la Alkimia Sexual es de hecho la ciencia de la Nueva Era Acuaria. La Magia Sexual será oficialmente acogida en las universidades de la Nueva Era Acuaria. Aquellos que presumen ser mensajeros de la Nueva Era Acuaria, y que sin embargo odian el Arcano A.Z.F., demuestran hasta la saciedad ser realmente impostores porque la Nueva Era Acuaria está gobernada por el regente del sexo. Este regente es el planeta Urano.

La energía sexual es la energía más fina del cosmos infinito. La energía sexual puede convertirse en ángeles o en demonios. La imagen de la verdad, se halla depositada en la energía sexual. El diseño cósmico del Adam Cristo se halla depositado en la energía sexual.

El Hijo del Hombre, el Superhombre, nace del sexo normal, el Superhombre, jamás podría nacer de los infrasexuales. El reino de los infrasexuales es el abismo.

El poeta griego Homero dijo: “Más vale ser un mendigo sobre la Tierra, y no un rey en el imperio de las sombras”. Este imperio es el mundo tenebroso de los infrasexuales.


Libro: EL MATRIMONIO PERFECTO.- Autor: V.M. SAMAEL.- Capítulo: SUEÑOS Y VISIONES


Cuando contemplamos una imagen pornográfica, esta hiere los sentidos y pasa luego a la mente. El yo psicológico interviene en estas cosas robándose la imagen erótica para reproducirla en el plano mental. En el mundo de la mente esa imagen se transforma en una efigie viviente. Durante el sueño fornica el soñador con esa viviente efigie que como demonio erótico lo tienta para la satisfacción de la lujuria. El resultado son las poluciones nocturnas con todas sus horribles consecuencias. Ningún verdadero devoto de la senda debe visitar salones de cine porque esos son antros de Magia Negra. Las eróticas figuras de la pantalla originan efigies mentales y sueños eróticos. Además los salones de cine están llenos de diabólicos elementales creados por la mente humana. Esos elementales malignos dañan la mente de los espectadores.

Libro: EL MISTERIO DEL AUREO FLORECER.- Autor: V.M. SAMAEL.- Capítulo: EL DIABLO PRESTIDIGTADOR

Es palparia la existencia de un medianero plástico extraordinario en ese homúnculo intelectual equivocadamente llamado hombre. En forma enfática quiero referirme al Plexo Solar, centro emocional, sabiamente colocado por la Naturaleza en la región del ombligo.

Es incuestionable que este magnífico ascendiente del bípedo tricerebrado o tricentrado se satura íntegramente con la esencia sexual de nuestros órganos creadores.

Se nos ha dicho que el “Ojo Mágico” del vientre es estimulado frecuentemente por el Hidrógeno Sexual Si-12 que sube desde los órganos sexuales.

Es pues un axioma inquebrantable de la Filosofía Hermética el que en la región del vientre existe un poderoso acumulador energético sexual.

Mediante el Agente Sexual cualquier representación puede tomar forma en el campo magnético del Plexo Solar.

Lo ideoplástico representativo constituye en sí mismo el contenido del bajo vientre.

En modo alguno exageramos cuando enfatizamos la idea básica de que en el vientre se gestan los Yoes que surgen más tarde a la existencia. Tales entidades psicológicas, ideoplásticas, de ninguna manera vendrían a la existencia sin el Agente Sexual.

Cada Yo es pues una viva representación psicológica que surge del vientre; el Ego personal es una suma de Yoes.

El animal intelectual es ciertamente una máquina controlada por diversos Yoes.

Algunos Yoes representan la ira con todas sus facetas otros la codicia, aquellos la lujuria, etc.

Esos son los “diablos rojos” citados por el “Libro de los Muertos” del antiguo Egipto.

En nombre de la verdad es indispensable decir que lo único digno que llevamos dentro es la Esencia; desafortunadamente ésta en sí misma esta dispersa aquí y allá y acullá, enfrascada entre cada uno de los diversos Yoes.

El “Diablo Prestidigitador” toma forma en la potencia sexual; algunos Yoes muy fuertes suelen producir variados fenómenos físicos asombrosos.

Waldemar relata el siguiente caso: “El prestigioso síndico de la ciudad de San Miniato al Tedesco, situada entre Florencia y Pisa, tenía una hija de quince años, sobre la que vino el demonio de manera que causó sensación en el país.

No era solo que la cama en que estaba la muchacha se moviese de un lado a otro de la habitación, de manera que tan pronto estaba contra una pared como contra la otra, sino que el demonio rompió gran cantidad de cacharros en la casa, abría puertas y cajones y armaba tan batahola, que los moradores pasaban la noche temblando y llenos de espanto.

En presencia de los padres fue la hija atacada de tal modo por el maligno, que a pesar de súplicas e imploraciones de la muchacha, la asió por las caderas y la elevó por el aire.

En vano llamó ella invocando: ¡Santa Virgen María! ¡Ayúdame a salvarme, pues (y esto ante la presencia de cientos de habitantes de la ciudad) fue arrastrada por la ventana, ondeando varios minutos ante la casa y sobre la plaza de mercado.

No es, pues, de extrañar que casi toda la ciudad corriera allá, hombres y mujeres, pasmándose ante lo inaudito y espantándose por la crueldad del Diablo, haciéndose a la par lenguas del valor de la muchacha”.

Un relato de la época dice: “Todos se hallan aterrados y conmovidos hondamente por el aspecto de la madre y de las mujeres de la familia, que con el cabello suelto se arañaban con las uñas las mejillas, se aporreaban el pecho con los puños y llenaban el aire de lamentos y alaridos cuyo eco resonaba por las calles.

La Madre sobre todo, gritaba, ora a su hija, ora al demonio, pidiendo a éste que echara sobre ella toda la desgracia; luego se dirigió de nuevo a la gente, especialmente a las madres, para que se arrodillasen con ella implorando ayuda a Dios, cosa que todas hicieron al instante.

¡Oh, Dios Santo!, seguidamente se precipitó la hija desde arriba sobre su madre, y consoló a la medio muerta, con semblante alegre: ¡Abandona el temor madre mía! Cesa de llorar que aquí está tu hija; no temas por el fantasma del Diablo, te lo ruego... Crees acaso que fui torturada y vejada, pero más bien me encuentro colmada de una deliciosa e indecible dulzura... pues siempre al amparo de todos los desconsolados ha estado a mi lado, ayudándome y hablándome para darme ánimo y constancia; así me decía, se gana el cielo.

Estas palabras llenaron a los presentes de alegría y asombro al mismo tiempo, y se fueron aliviados de allá; pero apenas hubo regresado la familia a su casa irrumpió de nuevo el Diablo, y lanzándose con toda violencia sobre la muchacha, la asió de los cabellos, apagó las lámparas y velas, volcó cajas y cajones y todos los objetos de menaje y cuando de nuevo pudo encender luces el padre, la hija se arrojó sobre el crucifijo de la casa y clamó con voz desgarradora: ¡Haz que me trague la tierra, oh Señor, antes de abandonarme; sosténme y libérame, te lo imploro encarecidamente.

Y hablando así, prorrumpió en llanto, lo cual enfureció más al maligno, quien le arrancó primero la camisa del cuerpo, luego el vestido de lana y finalmente la sobrevesta de seda, como acostumbran a usar las mozas, desgarrándolo y destrozándolo todo, y cuando se hallaba la pobre casi desnuda, comenzó a tirarle del pelo”.

“Ella gritaba: -Padre mío, tráeme un vestido, cubre mi desnudez; ¡Virgen Santa, ayúdame! Finalmente, y después de que el demonio la hiciera objeto de más sevicias, logrose liberar a la muchacha de sus brazos por una peregrinación y unos exorcismos efectuados por un sacerdote”.

Hasta aquí pues el interesante relato de Waldemar. Es ostensible que el demonio sádico que atormentó a esa pobre muchacha, era fuera de toda duda, el Diablo Prestidigitador, un fuerte Yo Diablo de la doncella que tomó forma en la potencia sexual de ella misma, eso es todo.

El caudal de exteriorizaciones ideoplásticas sexuales, que se manifiesta muy especialmente durante los años de la pubertad, suele ser realmente tremendo, entonces es cuando creamos Yoes terribles capaces de producir fenómeno sensacionales.

La rabia de no poder amar o el hecho mismo de sentirse defraudado por alguien, es fuera de toda duda el verdadero infierno y provoca aquellas espantosas emanaciones sexuales fluídicas capaces de convertirse en el Diablo Prestidigitador.

Libro: EL MISTERIO DEL AUREO FLORECER.- Autor: V.M. SAMAEL.- Capítulo: EL YO LASCIVO

Brognoli esclarece muy instructivamente hasta qué extremo puede llegar la fuerza de formación de Yoes-Diablos, puede decirse ya ideoplástica, o sea la representación sexual excitada por el órgano sexual.

“Habiéndome detenido en 1664 en Venecia, vino a verme el vicario general de un obispo del continente, a pedirme consejo sobre el siguiente caso:

En un convento de monjas había una muy dada a los ayunos y abstinencia voluntarios. Aparte de ellos, era su agrado y placer la lectura de libros profanos que trataban de transformaciones, como las efectuadas por Circe y otras encantadoras, o bien por las antiguas divinidades, que convertían a los seres en animales, aves, serpientes y espíritus.

Cierta noche se apareció a ella la figura de un mozo extraordinariamente bello, y mientras lo contemplaba asombrada, le dijo:

¡No temas, mi querida hermana! ¿No eres tú aquella monja que gusta de los ayunos sobre toda medida? ¿Y no te has entregado a ellos de todo corazón?

Pues has de saber que soy el Angel llamado Ayuno, y vengo a ti para darte las gracias y corresponder con igual amor al tuyo.

Antes fui hijo de un rey; pero como en mis años juveniles, en los que también tú te encuentras, amé y me entregué también por entero al ayuno, mi padre se enojó mucho, regañándome.

Mas yo, haciendo caso omiso a sus admoniciones, seguí haciendo mi voluntad hasta que él, lleno de cólera, me expulsó de palacio. Pero los dioses a los que yo veneraba reprobaron tal repudio, y acogiéndome, me transformaron en Angel, y dándome el nombre de Ayuno, me otorgaron también la facultad de adoptar la forma de un joven, en la que me ves, y el don de no envejecer nunca.

Estoy además dotado de tal movilidad, que en tiempo indeciblemente breve puedo trasladarme de una a otra parte del mundo, yendo y viniendo invisible, pero mostrándome a quienes me aman.

Y así, habiéndome manifestado los dioses que me has destinado todo tu amor, vengo a tí a expresarte mi agradecimiento, y para permanecer contigo y servirte en todo según tu gusto.

Por esta causa he realizado hoy el gran viaje; déjame, pues, dormir esta noche en tu lecho, si te place. No temas de mi compañía pues soy amigo de la castidad y el pudor.

La monja, sumamente complacida y seducida por este discurso, admitió al ángel en su lecho. La primera noche todo fue bien; él no se movió. Pero la segunda comenzó a abrazarla y besarla, en muestra de agradecimiento y amor, no separándose de ella ni de día ni de noche, amonestándola para que no contase el secreto jamás a su confesor ni a nadie.

La servía con el mayor celo y diligencia y la seguía por doquier. Por fin, en el año 1664, al llegar la fecha del Jubileo, la monja fue asaltada por el arrepentimiento y lo descubrió todo a su confesor, quien le aconsejó expusiera el asunto en confesión también al vicario general del obispado, para que éste proveyera lo adecuado a fin de liberarla del maligno. Así, pues, aquel acudió a mí en busca de consejo”.

Resulta palmario que el Espíritu Lascivo Ayuno era un Yo proyectado tan vívidamente por la monja, que parecía ciertamente ser una persona diferente.

Tal Yo es ostensible que hubo de gestarse en el bajo vientre de la religiosa antes de la inusitada proyección.

El “ojo mágico del vientre” cargado de substancia sexual es un intermediario plástico formidable.

Allí toman forma todas las ansias sexuales reprimidas; todos los deseos insatisfechos.

Libro: EL MISTERIO DEL AUREO FLORECER.- Autor: V.M. SAMAEL.- Capítulo: YOES LUJURIOSOS

Debido a que en la fenecida Edad de Piscis la iglesia católica limitó excesivamente la vida moral de las gentes mediante múltiples prohibiciones, no puede producir asombro que precisamente Satanás, como encarnación viviente de los apetitos más bestiales, ocupase de manera especial la fantasía de aquellas personas que, contenidas en el libre trato con la humana especie creíanse obligadas a una señalada vida virtuosa.

Así y según la analogía de los contrarios, fue requerido de la subconsciencia, lo tenido en la mente cotidiana, tanto más intensivamente cuanto más o menos acción exigían las energías instintivas o del impulso, eventualmente reprimidas.

Este tremendo deseo a la acción supo incrementar de tal modo el líbido sexual, que en muchos lugares se llegó al abominable comercio carnal con el maligno.

El sabio Waldemar dice textualmente lo siguiente; “En Hessimont fueron visitadas las monjas, (como lo cuenta Wyer, el médico de cámara de Clewe) por un Demonio que por las noches se precipitaba como un torbellino de aire en el dormitorio y, súbitamente sosegado, tocaba la cítara tan maravillosamente que las monjas eran tentadas a la danza.

Luego saltaba en figura de perro al lecho de una de ellas sobre quien recayeron por ende las sospechas de que hubiese llamado al maligno” (Milagrosamente no se les ocurrió a las religiosas poner el caso en manos de la Inquisición).

Resulta incuestionable que aquel demonio transformado en can ardiente como el fuego, era un Yo lujurioso que después de tocar la cítara se perdía en el cuerpo de su dueña que yacía entre el lecho.

¡Pobre monja de ancestrales pasiones sexuales forzosamente reprimidas; cuánto hubo de sufrir!

¡Asombra el poder sexual de aquella infeliz anacoreta! en vez de crear demonios en el cenobio, habría podido eliminar con la lanza de Eros a las Bestias Sumergidas, si hubiese seguido el camino del Matrimonio Perfecto.

El médico de cámara Wyer describe luego un caso que muestra la erotomanía de las monjas de Nazaret, en Colonia.

“Estas monjas habían sido asaltadas durante muchos años por toda clase de plagas del Diablo, cuando en el año de 1564 aconteció entre ellas una escena particularmente espantosa. Fueron arrojadas a tierra, en la misma postura que en el acto carnal, manteniendo los ojos cerrados en el transcurso del tiempo que así permanecieron”. (Los ojos cerrados indican aquí fehacientemente el acto sexual con el demonio; la autocópula, pues se trata de coito con el Yo lujurioso proyectado al exterior por la sub-conciencia).

“Una muchacha de catorce años, -dice Wyer-, que estaba recluída en el claustro fue quien dio la primera indicación al respecto.

A menudo había experimentado en su cama raros fenómenos, siendo descubierta por sus risitas ahogadas, y aunque se esforzó en ahuyentar el trasgo con una estola consagrada, él volvía cada noche.

Se había dispuesto que se acostara con ella una hermana, con el fin de ayudarla a defenderse, pero la pobre se aterrorizó en cuanto oyó el ruido de la pugna.

Finalmente, la joven se tornó posesa por completo y lastimosamente atacada de espasmos.

Cuando tenía un ataque, parecía como si se hallase privada de la vista, y aun cuando tenía traza de estar en sus cabales y con buen aspecto, pronunciaba palabras extrañas e inseguras que lindaban en la desesperación.

Investigué este fenómeno como médico en el claustro, el 25 de mayo de 1565, en presencia del noble y discreto HH. Constantino Von Lyskerken, honorable consejero y el maestro Juan Alternau, antiguo deán de Clewe.

Se hallaban presentes también el maestro Juan Eshst, notable doctor en medicina, y, finalmente, mi hijo Enrique, asimismo doctor en farmacología y filosofía.

Leí en esta ocasión terribles cartas que la muchacha había escrito a su galán, pero ninguno de nosotros dudó ni por un instante que fueran escritas por la posesa en sus ataques.

Desprendióse que el origen estaba en algunos jóvenes que jugando a la pelota en las inmediaciones entablaron relaciones amorosas con algunas monjas, escalando después los muros para gozar de sus amantes.

Descubrióse la cosa y se cerró el camino. Pero entonces el diablo, el prestidigitador, embaucó la fantasía de las pobres tomando la figura de su amigo (convirtiéndose en un nuevo Yo lujuria) y le hizo representar la comedia horrible, ante los ojos de todo el mundo.

Yo envié cartas al convento, en las que desentrañaba toda la cuestión y prescribía remedios adecuados y cristianos, a fin de que con los mismos pudieran zanjar el desgraciado asunto”...

El “Diablo Prestidigitador” no es aquí sino la potencia sexual concreta exacerbada, que desde el momento en que ya no se ocupaba más en el comercio con los jóvenes, tomó la figura del amigo en la fantasía y de manera tan vívida por cierto, que la realidad apreciable del acto revestía acaso precisamente por el aislamiento, formas aun más intensivas con respecto al otro sexo anhelado; formas que tan plásticamente seducían al ojo interior del instinto desencadenado, que para explicarlas había de pagar precisamente los vidrios rotos al Diablo.

Libro: EL MISTERIO DEL AUREO FLORECER.- Autor: V.M. SAMAEL.- Capítulo: VISITANTES TENEBROSOS

El sabio Waldemar dice textualmente: “Un contemporáneo de Brognoli, el sacerdote Coleti, nos cuenta de una mujer de su parroquia que acudió a él con su marido.

Ella era devota y de buenas costumbres, pero desde hacía diez años estaba acosada por un tal espíritu que de día y de noche le sugería lo deshonesto, y hasta cuando no dormía procedió con ella como un incubo, por lo que no era en modo alguno un sueño lo que padecía.

Más no logró obtener su conformidad, permaneciendo ella inquebrantable. Así, el exorcista no tuvo más que pronunciar el “Praeceptum Leviticum” contra el demonio y en adelante ella se vio libre de él.

En este caso, dice Waldemar, vemos que cuando la conciencia de un obseso a tal punto se ha imaginado como subterfugio la violación por el demonio, o sea casi una toma de posesión contra su voluntad, puede superarse el estado mediante el proceso de una expulsión del espíritu lascivo por las fuerzas morales aun no tiranizadas.

Más si el incubo (el Yo lascivo), la imagen lujuriosa creada por la propia fantasía, se afirma sin oposición hasta el fin, el propio individuo convertido en incubo ejecuta, escindido en dos seres, una autocopulación. En este caso, la obsesión acaba por lo general en la demencia total.

Así intentó Grognoli en la primavera de 1643 liberar en vano de un incubo a una muchacha de veinte años.

Fui –dice- con su confesor a su casa. Apenas hubimos penetrado en ella, el demonio, que estaba entregado a su tarea, se escurrió. Hablé entonces a la muchacha y ella me contó con pelos y señales lo que hacía el demonio con su persona.

De su relato no tardé en comprender que, aunque ella lo negara, había dado, no obstante, una conformidad indirecta al demonio. Pues cuando notaba su aproximación por la dilatación y vivo cosquilleo de las partes afectadas, no buscaba refugio en la oración ni invocaba a Dios y a la Santa Virgen en auxilio, ni al Angel de la Guarda, sino que iba corriendo a su habitación y se tendía en la cama, a fin de que el maligno pudiera ejecutar su tarea más cómoda y agradablemente.

Cuando traté de despertar en ella, en conclusión, una firme confianza en Dios para liberarse, permaneció indiferente y sin eco, notando yo más bien una resistencia, como si no quisiera ser liberada.

La dejé, pues, no sin antes haber dado algunas prescripciones a sus padres sobre disciplinas y represión del cuerpo de su hija mediante ayunos y abluciones.

Más no solo eran visitadas así las mujeres, dice el sabio Waldemar. Brognoli fue conducido en Bérgamo a un joven comerciante de unos veintidós años de edad, quien había enflaquecido hasta quedar en puro esqueleto, debido a que le atormentaba un subcubo.

Hacía varios meses, al tenderse en su cama, se le había aparecido el demonio en la figura de una muchacha extraordinariamente bella, a la que amaba.

Al gritar contemplando aquella figura, ella le había instado a que se callara, asegurándole que era en verdad la misma muchacha, y que debido a que su madre le pegaba, había huido de casa, acudiendo a la de su amado.

El sabía que aquella no era su Teresa, sino algún trasgo; no obstante, tras alguna plática y unos abrazos, la llevó consigo a la cama.

Después le dijo la figura que, en efecto, no era la muchacha, sino un demonio que le quería, uno de sus Yoes diablos y que por eso se unía a él día y noche.

Ello duró varios meses, hasta que Dios lo liberó por medio de Brognoli, y él hizo penitencia por sus pecados”.

A través de este insólito relato, resulta completamente palmaria y manifiesta la autocopulación con un yo-diablo que había tomado la forma de la mujer amada.

Es incuestionable que aquel mancebo de ardiente imaginación y espantosa lujuria, había utilizado inconscientemente la facultad ideoplástica para dar forma sutil a su adorada.

Así vino a la existencia un Yo subcubo, un demonio pasionario de cabellos largos e ideas cortas.

Es obvio que dentro de ese diablo femenino quedó embotellada una buena parte de su Conciencia.

Paracelso dice al respecto en su obra “De origine morborum invisibilium Lit. III”:

“Incubos y Subcubos se han formado del esperma de aquellos que realizan el acto antinatural imaginativo de la masturbación (en pensamientos o deseos).

Y pues solo procede de la imaginación, no es un esperma auténtico (material) sino una sal corrompida.

Solo el semen que procede de un órgano indicado por la Naturaleza para su desarrollo puede germinar en cuerpo.

Cuando el esperma no proviene de apropiada materia (substrato nutricio), no producirá nada bueno, sino que generará algo inútil.

Por esto Incubos y Subcubos, que proceden de semen corrompido, son perjudiciales e inútiles según el orden natural de las cosas.

Estos gérmenes formados en la imaginación han nacido de Amore Heress, lo cual significa una especie de amor en el cual un hombre se imagina una mujer, o a la inversa, para realizar la cópula con la imagen creada en la esfera de su ánimo.

De este acto resulta la evacuación de un inútil fluido etéreo, incapaz de generar una criatura, pero en situación de traer larvas a la existencia.

Una tal imaginación es la madre de una exhuberante impudicia, la cual, proseguida, puede tomar impotente a un hombre y estéril a una mujer, ya que en la frecuente práctica de una tal imaginación enferma se pierde mucho de la verdadera Energía Creadora”.

Los Yoes-larvas de la lascivia son verdaderos entes pensantes autónomos dentro de los cuales queda enfrascada un buen porcentaje de la Conciencia.

Las larvas de las que habla Paracelso no son otra cosa que aquellas cultivadas formas de pensamiento que deben su fuerza y su existencia únicamente a la imaginación desnaturalizada.


Libro: EL MISTERIO DEL AUREO FLORECER.- Autor: V.M. SAMAEL.- Capítulo: EL FINAL DE UN TRIANGULO FATAL

Presentamos ahora un caso espantoso que en forma enfática viene a demostrarnos lo que es el izquierdo y tenebroso Yo de los celos en el intercambio conyugal de marido y mujer.

El horripilante suceso ocurrió en el año 1180 en la Provenza, difundiéndose la noticia por todas partes, hasta penetrar finalmente  en 1250 en la literatura, algo así como en forma de epopeya.

“Aconteció que Guillermo de Cabstaing, hijo de un pobre caballero del castillo de Cabstaing, llegó a la corte del señor Raimundo de Rosellón, y tras presentarse preguntó si sería bienquisto como escudero. El barón lo halló de prestancia y le dio el parabién para que se quedara en su corte.”

“Quedose, pues, Guillermo y supo comportarse de manera tan gentil, que altos y bajos le querían; y supo también distinguirse tanto, que el barón Raimundo le destinó al servicio de dama Margarita, su esposa, como paje. Esforzándose ahora Guillermo en ser aun más digno en palabras y hechos, mas como cosa que al amor atañe, dama Margarita hallose prendida en él, con los sentidos inflamados.

Tanto placía a ella la diligencia del paje en el servicio, su parla y su firmeza, que un día no pudo contenerse en preguntarle: Dime, Guillermo, ¿amarías a una mujer que te diera muestras de amarte? A lo que Guillermo respondió sincero:

–Cierto que lo haría, señora, siempre que sus muestras fuesen verdad.

–¡Por el santo Juan, –exclamó la dama–, que has respondido como cumplido caballero! Más ahora deseo probarte si podrías saber y reconocer lo que en las muestras fuera verdad y lo que solo apariencia. A cuyas palabras replicó Guillermo:

–¡Sea pues, como os place, señora mía!

Tornose pensativo, y al punto comenzó amor la justa con él, y los pensamientos que amor le enviaba le penetraban en el corazón y en adelante convirtiose en su paladín, comenzando a componer lindos versos y primorosas canciones y poemas, todo lo cual complacía en grado sumo a la que recitaba y cantaba.

Mas amor, que a sus servidores otorga su galardón cuando le agradan, quiso conceder el suyo a Guillermo. Y al punto comenzó la dama a anhelar y cavilar tanto en su afición, que ni de día ni de noche lograba el descanso, al ver en Guillermo la suma de todos los dones del valor y las heroicas hazañas.

Así aconteció que un día dama Margarita interpeló a Guillermo, diciendo:
¿Sabes, Guillermo, lo que en este instante es verdad y lo que no de mi apariencia? Y Guillermo respondióle:

–Señora, tan cierto como Dios me ayude que desde el instante en que me convertí en vuestro escudero, ningún otro pensamiento pude albergar en mí, más que el de que vos sois entre todos los seres vivientes el mejor y el más veraz en palabras y apariencia. Así lo creo y toda mi vida lo creeré. La dama replicó:

–Guillermo, como Dios me ayude también, te digo que no serás engañado por mí, y tus pensamientos no se perderán en vano. Y abriendo los brazos lo besó delicadamente, y sentándose ambos en la cámara, comenzaron a cuidar de su amor...

Más no pasó mucho tiempo sin que las malévolas lenguas, a las que debiera alcanzar la ira de Dios, comenzaron a desatarse hablando de su amor y a parlotear sobre las canciones que Guillermo componía, murmurando que había puesto sus ojos en dama Margarita. Y hablaron tanto y tanto, que la cosa llegó a oídos del señor.

El barón Raimundo se apesadumbró en grado sumo porque había de perder a su compañero de cabalgadas, y más aun a causa de la afrenta de su esposa.

Y cierto día en que Guillermo había ido solo con un escudero a la caza del gavilán, Raimundo tomó armas ocultas y cabalgó hasta dar con el doncel.

–Bienvenido seáis, señor, saludole Guillermo, yendo a su encuentro en cuanto apercibió. ¿Por qué estáis tan solo? Tras algunos rodeos, Raimundo comenzó:

–¡Dime por Dios y la Santa Fe!, ¿tienes una amante para la que cantas y te encadena el amor?

–Señor, respondió Guillermo, ¿cómo podría de otro modo cantar, si a ello no me indujera el amor? Verdad es, señor, que el amor me ha apresado por entero en sus lazos.

–Desearía saber, si te place, quién es la dama en cuestión.

-¡Ah, señor, ved en nombre de Dios lo que de mi requerís! Harto sabéis que nunca debe ser nombrada la dama.

Mas Raimundo siguió instando (por lo que el Yo de los celos se lo estaba tragando vivo), hasta que Guillermo dijo:

–Señor, habéis de saber que amo a la hermana de dama Margarita, vuestra esposa, y espero ser correspondido por ella (contestó el Yo del engaño) y ahora que lo sabéis, os suplico vuestro apoyo, o cuando menos que no me perjudiquéis.

Aquí tienes mi mano y mi palabra, habló Raimundo, en promesa y juramento de que he de emplear todo cuanto en mi poder esté en tu ayuda.

Vayamos, pues, a su castillo, que está cerca de aquí propuso Guillermo.

Así lo hicieron, siendo bien recibidos por el señor Roberto de Tarascón, esposo de la propia dama Inés, la condujo a su aposento y sentáronse ambos sobre el lecho.

–Decidme, cuñada mía, por la lealtad que me debéis, habló Raimundo, ¿amáis a alguien?

–Sí, señor, respondió ella (con su Yo embustero)

–“¿A quien?”.
– “¡Oh, no puedo decirlo! respondió ella. ¿Qué me estáis hablando?”.

“Mas, él la instó tanto, que no tuvo ella más remedio que confesar su amor por Guillermo. Así lo reconoció ella al encontrar tan triste y caviloso a éste. Aunque bien sabía que amaba a su hermana; y su respuesta produjo gran alegría a Raimundo”.

“Inés lo contó todo a su esposo, juzgando él que había obrado bien y dándole toda libertad para que dijera y obrara a su albedrío, para salvar a Guillermo (infame adúltero)”.

“Inés convertida en cómplice del delito, no dejó de hacerlo, pues llevando a solas a su aposento al doncel, quedose en su compañía tanto tiempo, que Raimundo hubo en efecto de conjerturar que habían estado disfrutando de las mieles del amor”.

“Ello le complació sumo, y comenzó a pensar que de cuanto sobre él se había rumoreado no era verdad, sino vacua chismorrería. Salieron Inés y Guillermo del aposento, fue dispuesta la cena, y ésta transcurrió con gran animación”. (Así son las farsas que hace el Yo Pluralizado).

“Tras la cena, Inés hizo disponer el aposento de ambos huéspedes muy próximos a la puerta del suyo, y Guillermo y ella desempeñaron tan bien su papel, que Raimundo pensó que el doncel dormía con la dama”.

“Al siguiente día, y luego de despedirse, Raimundo se separó en cuanto pudo de Guillermo, fuese a su esposa y le contó lo acontecido. Ante aquellas noticias, dama Margarita pasó toda la noche sumida en el más hondo desconsuelo y, a la mañana siguiente, llamando a Guillermo, le recibió de mala manera, tratándole de amigo falso y traidor.”

“Guillermo pidió gracia, como hombre que no había incurrido en culpa alguna de las que ella le achacaba, y le relató al pie de la letra todo cuanto había acontecido. La dama llamó a su hermana y por ella supo que Guillermo decía la verdad. Con lo cual ordenó al doncel le compusiera una canción en la cual la mostrara no amar a mujer alguna aparte de ella. Y él compuso el cantar que dice: Las lindas ocurrencias que a menudo el amor inspira”.

“Al oír el de Rosellón el cantar que Guillermo había compuesto para su mujer, le hizo venir para platicar con él, y a bastante distancia del castillo lo degolló, guardando la cabeza cortada en un zurrón de caza, arrancándole luego el corazón”.

“Con la misma retornó al castillo, hizo que asaran el corazón y lo sirvieran a su mujer a la mesa. Ella comió sin saber lo que gustaba”.

“Al acabar la comida, levantose Raimundo y participó a su mujer que lo que había almorzado era el corazón de Guillermo, mostrándole seguidamente la horripilante cabeza”.

“Preguntole además si el corazón había tenido buen sabor, a lo que dama margarita respondió que fue, en efecto, tan sabroso que manjar otro alguno le quitaría ya el gusto que le había dejado el corazón de Guillermo. Rabioso Raimundo, desesperado por el Yo de los celos, se abalanzó contra ella, la perversa adúltera, con su daga desenvainada. Margarita huyó, arrojose por un balcón y se destrozó la cabeza en la caída”.

Ese fue el final catastrófico de un triángulo fatal donde los Yoes de los celos, el adulterio, el engaño, la farsa, etc., llevaron a sus actores hasta un callejón sin salida.

¡Válgame Dios y Santa María! Bien saben los divinos y los humanos que el poderoso señor Raimundo de Rosellón se convirtió en asesino debido al demonio de los celos. Mejor hubiera sido darle a su mujer carta de divorcio.


Libro: CIENCIA GNOSTICA.- Autor: V.M. RABOLU.- Capítulo: CIENCIA GNOSTICA/1

Si uno está analizando el defecto de la lujuria, como este es tan inmenso. ¿Cómo debe hacer uno para analizarlo?

Es que, ¿cómo piensa usted analizar todo el defecto de la lujuria, si son miles y miles de yoes lujuriosos? Lo que debemos hacer es que cada expresión, por sutil que sea, hay que analizarla y desintegraría.

Libro: MENSAJE DE NAVIDAD 1986 - 1987.- Autor: V.M. RABOLU.- Capítulo: LA VIDA INTIMA DE CADA UNO

—¿Qué pasa si luego del Arcano hay una polución?

—Eso es porque no ha eliminado los Yoes de la lujuria, esos yoes tienen la misión de llevarnos ante la Logia Negra. Si hace una práctica con una maga negra hay repercusión por el cordón de plata al físico.

Es importantísimo trabajar sobre los yoes de la lujuria. Nosotros no somos una unidad, somos múltiples, y ¿quién de nosotros se mueve voluntariamente? Nos mueven, que es diferente. ¿A quién pertenecen los yoes? ¿La legión? A la Logia Negra; y como somos máquinas movidas por los yoes, ellos van a su casa, a los salones de magia negra a vivir escenas, y entonces viene la repercusión al físico.


Libro: EL AGUILA REBELDE.- Autor: V.M. RABOLU.- Capítulo: LOS DETALLES Y LA MUERTE EN MARCHA

PREGUNTA. Maestro, también con respecto a la muerte, esto que nos dice el Maestro Samael, de que la lujuria se trabaja toda la vida, asociada con otro defecto, ¿cómo hay que entenderlo?

V.M. RABOLÚ. Toda la vida, toda la vida, la lujuria son miles y miles de demonios.

PREGUNTA. ¿Como cualquier otro?

V.M. RABOLÚ. Sí, lo mismo, igual o mejor dicho no hay excepción de los defectos de uno, todos tienen el mismo alimento, sus ramificaciones, manifestaciones diminutas. Por ejemplo: hay una dama ahí, yo le puse el brazo mío, ¿qué es?, un detalle, una manifestación de la lujuria, ahí está; al darle la mano a la dama, apretársela, es una manifestación de la lujuria. Sí, es que no, no, no, son miles y miles de detalles y en todo se manifiestan.

PREGUNTA.  Que  no  son  solamente  hechos  externos  sino  también  pensamientos  o impulsos...

V.M. RABOLÚ. No, no, no, no, echarle un piropo a una mujer por la calle, por ahí, ¡ya!
eso es un detalle de lujuria.

PREGUNTA. Uno le dice a una amiga: “qué linda estás hoy”.

V.M. RABOLÚ. Ya ahí está.

PREGUNTA. Y uno cree que eso no es.

V.M. RABOLÚ. No, sí es.

PREGUNTA. ¿O no dice nada y piensa?

 V.M. RABOLÚ. ¡Pero piensa!... Sí.


Libro: EL AGUILA REBELDE.- Autor: V.M. RABOLU.- Capítulo: LOS SIETE CENTROS

PREGUNTA. Cuando no hay una gran potencia sexual, ¿se debe al desequilibrio también?

V.M. RABOLÚ. En éste, pensando en damas, pensando en lujuria y en miles de cosas, está gastando su propia energía y el día que le toca ya no va a servir para nada; entonces viene el desequilibrio sexual, porque aquí gasta sus energías bobamente, por malos pensamientos lujuriosos, en fin. Entonces cuando a va a utilizar verdaderamente la parte sexual ya no le va a servir, viene por eso.

PREGUNTA. Maestro, entonces, ¿a todo pensamiento que surja lo mejor es “no pararle bolas”?

V.M. RABOLÚ.  La MUERTE en marcha; saber que un pensamiento que surgió morboso o lo que sea es un ego, entonces la muerte en marcha, entonces que es lo que... No ha asimilado todavía ¿ah?, claro, para eso es la muerte en marcha; apelar a la Madre Divina: “Madre mía, desintégrame este defecto”, ese es un yo, una ramificación, una raíz.

PREGUNTA. Es decir, entonces si no se hace, ¿está robando la energía?

V.M.  RABOLÚ.  Claro,  si  no  lo  hace  está  alimentando  está  alimentando  y  está desequilibrando  la  parte  sexual  y  está  alimentando  los  elementos  dándole  más  vida, robusteciéndole más.

PREGUNTA. ¿Y así mismo ocurre en cualquiera de esos otros centros?

V.M. RABOLÚ. Cualquier, cualquier, por eso no vamos a especificar que vamos a trabajar sobre el yo de la ira, del orgullo de la lujuria, ¿no?, vamos a trabajar sobre todo elemento psíquico, sus manifestaciones; irle quitando, irle quitando ese alimento, a lo que sea.

PREGUNTA.       Prácticamente  Maestro,             cuando                una        persona               tiene     verdaderamente problemas sexuales, él mismo se dice: “soy impotente”, ¿se debe a que él...?

V.M.  RABOLÚ.  Malgasta  sus  propias  energías,  vagamente,  con  malos  pensamientos lujuriosos, en fin.

PREGUNTA. En sí él, es sano, ¿solamente porque siempre anda identificado con esos malos pensamientos?

V.M. RABOLÚ. Claro, claro, ve una dama por ahí: “Ay qué dama tan bonita, vea qué belleza”. ¿Qué está haciendo uno ahí?; malgastando sus propias energía, ¿ah? Y después se le ocurre decir: “adiós mi amor”, pues ahí va la lujuria metida, ¡sí! ¿Entonces qué? ¿Qué es lo que está haciendo uno? Malgastando uno energía tontamente.
Entonces ya vieron ustedes cómo va regularizando uno los centros y para producir la energía que va a despertar el Fuego Sagrado; de l contrario no puede despertar jamás nadie, mientras no equilibre esto.



3 comentarios:

  1. muchas gracias por el tema me ayudo a disipar mis dudas

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  2. Muy interesante todo sobre los yoes de la lujiria.como me pueden ayudar a liberarme de la obsecion de las masturbaciones.

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  3. Para parar con la masturbación, primero debes limpiar tu cama y habitación con azufre( quemado en carbon). Eso elimina las larvas astrales que se alimentan de ese vicio.

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