Libro: LA GRAN
REBELION.- Autor: V.M. SAMAEL.- Capítulo: EL PAIS PSICOLOGICO
Incuestionablemente, así como existe
el País Exterior en el cual vivimos, así también en nuestra intimidad existe el
país psicológico.
Las gentes no ignoran jamás la
ciudad o la comarca donde viven, desafortunadamente sucede que desconocen el
lugar psicológico donde se hallan ubicadas.
En un instante dado, cualquiera sabe
en qué barrio o colonia se encuentra, mas en el terreno psicológico no sucede
lo mismo, normalmente las gentes ni remotamente sospechan en un momento dado el
lugar de su país psicológico en donde se han metido.
Así como en el mundo físico existen
colonias de gentes decentes y cultas, así también sucede en la comarca psicológica
de cada uno de nosotros; no hay duda de que existen colonias muy elegantes y
hermosas.
Así como en el mundo físico hay
colonias o barrios con callejuelas peligrosísimas, llenas de asaltantes, así
también sucede lo mismo en la comarca psicológica de nuestro interior.
Todo depende de la clase de gente
que nos acompañe; si tenemos amigos borrachos iremos a parar a la cantina, y si
estos últimos son calaveras, indubitablemente nuestro destino estará en los
prostíbulos.
Dentro de nuestro país psicológico
cada cual tiene sus acompañantes, sus YOES, éstos lo llevarán a uno a donde
deben llevarlo de acuerdo con sus características psicológicas.
Una dama virtuosa y honorable,
magnífica esposa, de conducta ejemplar, viviendo en una hermosa mansión en el
mundo físico, debido a sus YOES lujuriosos podría estar ubicada en antros de
prostitución dentro de su país psicológico.
Un caballero honorable, de honradez
intachable, magnífico ciudadano, podría dentro de su comarca psicológica
encontrarse ubicado en una cueva de ladrones, debido a sus pésimos
acompañantes, YOES del robo, muy sumergidos dentro del inconsciente.
Un anacoreta y penitente,
posiblemente un monje así viviendo austero dentro de su celda, en algún
monasterio, podría psicológicamente encontrarse ubicado en una colonia de
asesinos, pistoleros, atracadores, drogadictos, debido precisamente a YOES
infraconscientes o inconscientes, sumergidos profundamente dentro de los
recovecos más difíciles de su psiquis.
Por algo se nos ha dicho que hay
mucha virtud en los malvados y que hay mucha maldad en los virtuosos.
Muchos santos canonizados aún viven
todavía dentro de los antros psicológicos del robo o en casas de prostitución.
Esto que estamos afirmando en forma
enfática podría e escandalizar a los mojigatos, a los pietistas, a los
ignorantes ilustrados, a los dechados de sabiduría, pero jamás a los verdaderos
psicológicos.
Aunque parezca increíble, entre el
incienso de la oración también se esconde el delito, entre las cadencias del
verso también se esconde el delito, bajo la cúpula sagrada de los santuarios
más divinos el delito se reviste con la túnica de la santidad y la palabra
sublime.
Entre los fondos profundos de los
santos más venerables, viven los YOES del prostíbulo, del robo, del homicidio,
etc.
Acompañantes infrahumanos escondidos
entre las insondables profundidades del inconsciente.
Mucho sufrieron por tal motivo los
diversos santos de la historia; recordemos las tentaciones de San Antonio, todas
aquellas abominaciones contra las que tuvo que luchar nuestro hermano Francisco
de Asís.
Sin embargo no todo lo dijeron esos
santos, y la mayor parte de los anacoretas callaron.
Uno se asombra al pensar que algunos
anacoretas penitentes y santísimos vivan en las colonias psicológicas de la
prostitución y del robo.
Empero son santos, y si todavía no
han descubierto esas cosas espantosas de su psiquis, cuando las descubran
usarán cilicios sobre su carne, ayunarán, posiblemente se azotarán, y rogarán a
su divina madre KUNDALINI elimine de su psiquis esos malos acompañantes que en
esos antros tenebrosos de su propio país psicológico los tiene metidos.
Mucho han dicho las distintas
religiones sobre la vida después de la muerte y el más allá.
Que no se devanen más los sesos las
pobres gentes sobre lo que hay allá del otro lado, más allá del sepulcro.
incuestionablemente después de la
muerte cada cual continúa viviendo en la colonia psicológica de siempre.
El ladrón en los antros de los
ladrones continuará; el lujurioso en las casas de cita proseguirá como fantasma
de mal agüero; el iracundo, el furioso seguirá viviendo en las callejuelas
peligrosas del vicio y de la ira, allí también donde brilla el puñal y suenan
los tiros de las pistolas.
La esencia en sí misma es muy
hermosa, vino de arriba de las estrellas y desgraciadamente está metida dentro
de todos estos yoes que llevamos dentro.
Por oposición la esencia puede
desandar el camino, regresar al punto de partida original, volver a las estrellas,
mas debe libertarse primero de sus malos acompañantes que la tienen metida en
los suburbios de la perdición.
Cuando Francisco de Asís y Antonio
de Padua, insignes maestros cristificados, descubrieron dentro de su interior
los yoes de la perdición, sufrieron lo indecible y no hay duda de que a base de
trabajos conscientes y padecimientos voluntarios lograron reducir a polvareda
cósmica a todo ese conjunto de elementos inhumanos que en su interior vivían.
Incuestionablemente esos Santos se Cristificaron y regresaron al punto de
partida original después de haber sufrido mucho.
Ante todo es necesario, es urgente,
inaplazable, que el centro magnético que en forma anormal tenemos establecido
en nuestra falsa personalidad, sea transferido a la Esencia, así podrá iniciar
el hombre completo su viaje desde la personalidad hasta las estrellas,
ascendiendo en forma didáctica progresiva, de grado en grado por la montaña del
SER.
En tanto continúe el centro
magnético establecido en nuestra personalidad ilusoria viviremos en los antros
psicológicos más abominables, aunque en la vida práctica seamos magníficos
ciudadanos.
Cada cual tiene un centro magnético
que le caracteriza; el comerciante tiene el centro magnético del comercio y por
ello se desenvuelve en los mercados y atrae lo que le es afín, compradores y
mercaderes.
El hombre de ciencia tiene en su
personalidad el centro magnético de la ciencia y por ello atrae hacia sí todas
las cosas de la ciencia, libros, laboratorios, etc.
El esoterista tiene en sí mismo el
centro magnético del esoterismo, y como quiera que esta clase de centro se
torna diferente a las cuestiones de la personalidad, indubitablemente se sucede
por tal motivo la transferencia.
Cuando el centro magnético se
establece en la conciencia, es decir, en la esencia, entonces se inicia el
regreso del hombre total a las estrellas.
Infraconsciente, subconsciente, inconsciente, preconsciente, autoconsciente...Me pierdo.
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