Libro: PSICOLOGIA
REVOLUCIONARIA.- Autor: V.M. SAMAEL.- Capítulo: EL CENTRO DE GRAVEDAD
PERMANENTE
No existiendo una verdadera
individualidad, resulta imposible que haya continuidad de propósitos.
Si no existe el individuo psicológico, si
en cada uno de nosotros viven muchas personas, si no hay sujeto responsable,
sería absurdo exigirle a alguien continuidad de propósitos.
Bien sabemos que dentro de una
persona viven muchas personas, entonces el sentido pleno de la responsabilidad no existe
realmente en nosotros.
Lo que un Yo determinado afirma en
un instante dado, no puede revestir ninguna seriedad debido al hecho concreto de que cualquier otro
Yo puede afirmar exactamente lo contrario en cualquier otro momento.
Lo grave de todo esto es que muchas
gentes creen poseer el sentido de responsabilidad moral y se auto-engañan afirmando
ser siempre las mismas.
Personas hay que en cualquier
instante de su existencia vienen a los estudios Gnósticos, resplandecen con la
fuerza del anhelo, se entusiasman con el trabajo esotérico y hasta juran
consagrar la totalidad de su existencia a estas cuestiones.
Incuestionablemente todos los
hermanos de nuestro movimiento llegan hasta admirar a un entusiasta así.
Uno no puede menos que sentir gran
alegría al escuchar personas de esta clase, tan devotas y definitivamente sinceras.
Sin embargo el idilio no dura mucho
tiempo, cualquier día debido a tal o cual motivo justo o injusto, sencillo o
complicado, la persona se retira de la Gnosis, entonces abandona el trabajo y
para enderezar el entuerto, o tratando de justificarse a si misma, se afilia a cualquier
otra organización mística y piensa que ahora va mejor.
Todo este ir y venir, todo este
cambiar incesante de escuelas, sectas, religiones, se debe la multiplicidad de
"Yoes" que en nuestro interior luchan entre sí por su propia
supremacía.
Como quiera que cada Yo posee su propio criterio,
su propia mente, sus propias ideas, es apenas normal este cambio de pareceres,
este mariposear constante de organización, de ideal en ideal, etc.
El sujeto en sí, no es más que una
máquina que tan pronto sirve
de vehículo a un Yo como a otro.
Algunos "Yoes" místicos se auto-engañan,
después de abandonar tal o cual secta resuelven creerse Dioses, brillan como
luces fatuas y por último desaparecen.
Personas hay que por un momento se
asoman al trabajo esotérico y luego en el instante en que otro Yo interviene,
abandonan definitivamente estos estudios y se dejan tragar por la vida.
Obviamente si uno no lucha contra la vida, ésta se lo
devora y son raros los aspirantes que de verdad no se dejan tragar por la vida.
Existiendo dentro de nosotros toda
una multiplicidad de "Yoes", el centro de gravedad permanente no puede existir.
Es apenas normal que no todos los
sujetos se auto-realicen íntimamente. Bien sabemos que la auto-realización íntima del ser exige continuidad
de propósitos y como quiera que es muy difícil encontrar a alguien que
tenga un centro de gravedad permanente, entonces no es extraño que sea muy rara
la persona que llegue a la auto-realización interior profunda.
Lo normal es que alguien se
entusiasme por el trabajo esotérico y que luego lo abandone; lo extraño es que alguien no abandone
el trabajo y llegue a la meta.
Ciertamente y en nombre de la
verdad, afirmamos que el Sol está haciendo un experimento de laboratorio muy
complicado y terriblemente difícil.
Dentro del animal intelectual
equivocadamente llamado hombre, existen gérmenes que convenientemente desarrollados pueden
convertirse en hombres solares.
Sin embargo no está demás aclarar
que no es seguro que esos gérmenes se desarrollen, lo normal es que se degeneren y pierdan
lamentablemente.
En todo caso los citados gérmenes
que han de convertirnos en hombres solares necesitan de un ambiente adecuado, pues
bien sabido es que la semilla en un medio estéril no germina, se pierde.
Para que la semilla real del hombre
depositada en nuestras glándulas sexuales, pueda germinar se necesita continuidad de
propósitos y cuerpo físico normal.
Si los científicos continúan
haciendo ensayos con la glándulas
de secreción interna, cualquier posibilidad de desarrollo de los
mencionados gérmenes podrá perderse.
Aunque parezca increíble, las
hormigas pasaron ya por un proceso similar, en un remoto pasado arcaico de
nuestro planeta Tierra.
Uno se llena de asombro al
contemplar la perfección de un palacio de hormigas. No hay duda de que el orden
establecido en cualquier hormiguero es formidable.
Aquellos Iniciados que han
despertado conciencia saben por experiencia mística directa, que las hormigas
en tiempos que ni remotamente sospechan los historiadores más grandes del
mundo, fueron una raza humana que creó una poderosísima civilización socialista.
Entonces eliminaron los dictadores de aquella
familia las diversas
sectas religiosas y el
libre albedrío, pues todo ello les restaba poder y ellos necesitaban ser totalitarios en el
sentido más completo de la palabra.
En estas condiciones, eliminada la iniciativa individual y el
derecho religioso, el animal intelectual se precipitó por el camino de
la involución y degeneración.
A todo lo antes dicho se añadieron los experimentos
científicos; trasplantes
de órganos, glándulas, ensayos con hormonas, etc., etc., etc., cuyo resultado fue el
empequeñecimiento gradual y la alteración morfológica de aquellos organismos
humanos hasta convertirse por último en las hormigas que conocemos.
Toda aquella civilización, todos
esos movimientos
relacionados con el orden social establecido se volvieron mecánicos y se heredaron de padres a hijos;
hoy uno se llena de asombro al ver un hormiguero, más no podemos menos que
lamentar su falta de
inteligencia.
Si no trabajamos sobre si mismos,
involucionamos y degeneramos espantosamente.
El experimento que el Sol está
haciendo en el laboratorio de la naturaleza, ciertamente además de ser difícil
ha dado muy pocos resultados.
Crear hombres solares sólo es
posible cuando existe verdadera
cooperación en cada uno de nosotros.
No es posible la creación del hombre solar si no establecemos antes un
centro de gravedad permanente en nuestro interior.
¿Como podríamos tener continuidad de
propósitos si no establecemos en nuestra psiquis el centro de gravedad?
Cualquier raza creada por el Sol,
ciertamente no tiene otro objetivo en la naturaleza, que el de servir a los intereses de
esta creación y al experimento solar.
Si el Sol fracasa en su experimento,
pierde todo interés por una raza así y ésta de hecho queda condenada a la
destrucción y a la involución.
Cada una de las razas que han
existido sobre la faz de la Tierra ha servido para el experimento solar. De
cada raza ha logrado el Sol algunos triunfos, cosechando pequeños grupos de
hombres solares.
Cuando una raza ha dado sus frutos,
desaparece en forma progresiva o perece violentamente mediante grandes
catástrofes.
La creación de hombres solares es
posible cuando uno lucha
por independizarse de las fuerzas lunares. No hay duda de que todos
estos "Yoes" que llevamos en nuestras psiquis, son de tipo
exclusivamente lunar.
En modo alguno sería imposible
liberarnos de la fuerza
lunar si no estableciéramos previamente en nosotros un centro de
gravedad permanente.
¿Como podríamos disolver la totalidad del Yo
Pluralizado si no tenemos continuidad de propósitos? ¿De qué manera podríamos
tener continuidad de propósitos sin haber establecido previamente en nuestra psiquis un
centro de gravedad permanente?
Como quiera que la raza actual en
vez de independizarse de la influencia lunar, ha perdido todo interés por la inteligencia solar,
incuestionablemente se ha condenado a si misma hacia la involución y
degeneración.
No es posible que el hombre
verdadero surja mediante la mecánica evolutiva. Bien sabemos que la evolución y
su hermana gemela la involución, son tan sólo dos leyes que constituyen el eje
mecánico de toda la naturaleza. Se evoluciona hasta cierto punto perfectamente
definido y luego viene el proceso involutivo; a toda subida le sucede una bajada
y viceversa.
Nosotros somos exclusivamente
máquinas controladas por distintos "Yoes". Servimos a la economía de la naturaleza, no
tenemos una individualidad definida como suponen equivocadamente muchos
pseudo-esoteristas y pseudo-ocultistas.
Necesitamos cambiar con urgencia máxima a fin de que
los gérmenes del hombre den sus frutos.
Sólo trabajando sobre si mismos con
verdadera continuidad de propósitos y sentido completo de responsabilidad moral
podemos convertirnos en hombres solares. Esto implica consagrar la totalidad de nuestra existencia al
trabajo esotérico sobre si mismos.
Aquellos que tienen esperanza en
llegar al estado solar mediante la mecánica de la evolución, se engañan a si
mismos y se condenan de hecho a la degeneración involutiva.
En el trabajo esotérico no podemos darnos el lujo de la
versatilidad; esos que tienen ideas veletas, esos que hoy trabajan sobre
su psiquis y mañana se dejan tragar por la vida, esos que buscan evasivas,
justificaciones, para abandonar el trabajo esotérico degenerarán e
involucionarán.
Algunos aplazan el error, dejan todo para un mañana mientras
mejoran su situación económica, sin tener en cuenta que el experimento
solar es algo muy distinto
a su criterio personal y a sus consabidos proyectos.
No es tan fácil convertirse en
hombre solar cuando
cargamos la luna en nuestro interior. (El Ego es lunar).
La Tierra tiene dos lunas; la
segunda de éstas es llamada Lilith
y se haya un poco más distante que la luna blanca.
Los astrónomos suelen ver a Lilith
como una lenteja pues es de muy poco tamaño. Esa es la Luna negra.
Las fuerzas más siniestras del Ego llegan a la Tierra desde Lilith y producen resultados psicológicos infrahumanos y bestiales.
Los crímenes de la prensa Roja,
asesinatos más monstruosos de la historia, los delitos más insospechados, etc.,
etc., etc., se deben a las
ondas vibratorias de Lilith.
La doble influencia lunar representada en el ser
humano mediante el Ego que carga en su interior hacen de nosotros un verdadero
fracaso.
Si no vemos la urgencia de entregar la totalidad de nuestra existencia al trabajo sobre si
mismos con el propósito de
liberarnos de la doble fuerza lunar, terminaremos tragados por la Luna,
involucionando, degenerando cada vez más y más dentro de ciertos estados que
bien podríamos calificar de inconscientes e infraconscientes.
Lo grave de todo esto es que no
poseemos la verdadera individualidad, si tuviéramos un centro de gravedad
permanente trabajaríamos de verdad seriamente hasta lograr el estado solar.
Hay tantas disculpas en estas cuestiones, hay tantas evasivas, existen tantas atracciones fascinantes,
que de hecho suele hacerse casi imposible comprender por tal motivo la urgencia del trabajo esotérico.
Sin embargo el pequeño margen que tenemos del libre albedrío
y la Enseñanza Gnóstica
orientada hacia el trabajo
práctico, podrían servirnos de basamento para nuestros nobles propósitos
relacionados con el experimento solar.
La mente veleta
no entiende lo que aquí estamos diciendo, lee este capítulo y posteriormente lo
olvida; viene después otro libro y otro, y al final concluimos afiliándonos a
cualquier institución que nos venda pasaporte para el cielo, que nos hable en
forma más optimista, que nos asegure comodidades en el más allá.
Así son las gentes, meras marionetas
controladas por hilos invisibles, muñecos mecánicos con ideas veletas y sin continuidad de propósitos.
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